Miré tu reloj y una lágrima se arrimó a mi mejilla, que rapidamente escondi. Era hora.

Las agujas lentas y rapidas, en su andar constante, silenciosa y ruidosa me hipnotizaron.

Reaccioné luego de escuchar la cuarta campanada de la iglesia del pueblo.

Mi mirada encontro la tuya, tus ojos disimulaban tristeza, tu sonrisa era debil, fingida, actuada.

La quinta campanada tomo tu mano, y me acerco a tu cuerpo. Mientras podía sentir tu roce, el perfume de tu piel.

Cada segundo que pasaba desgarraba más mi interior.

Sin embargo, Cada segundo contado a tu lado me hacia mas fuerte.

Las agujas del reloj marcaban mi regreso, la despedida, el hasta luego.

Otra campanada,es tiempo... es hora, una despedida, no puedo dejarte ir...

Te solte... te alejabas lentamente con el sonido de las campanas al compás de tus pasos.

No me dejes ir 

Te solte sintiendo un proximo regreso, un pronto reencuentro,

un próximo sin tiempo.

 

Luciana Bornand 

 

(4/5/2014)