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Algo en sus ojos...

 

 

La noche llegó rápido. El sonido de la lluvia me atormentaba, no podía conciliar el sueño. Pensaba, pensaba, pensaba y no podía parar. Hoy fue un gran día, sí. Cada momento me hizo sentir especial. Al menos una vez al año así lo sentía, pero algo en mí no estaba del todo alegre.
El día estaba a punto de finalizar. ¿Cómo pude ser tan ilusa? Su mente no se preocuparía en pensar en mí. Sin embargo, notaba algo en sus ojos cada vez que estábamos juntos.
Un extraño sonido me devolvió a la realidad. Alguien golpeaba a mi ventana. Dudé por un instante pero decidí ir a ver de que (o quién) se trataba. Lo primero que noté fue una sombra sumergida en la oscuridad, hasta que sus ojos se clavaron en mí y fue indudable saber de quién se trataba.
-¡Feliz cumpleaños!- Sonrió, estudiando cada detalle en mi rostro. Mi mirada era indiferente. – Escucha, sé que es un poco tarde pero estuve ocupado.- No lo dudaba.
-Seguro que sí, Luke.- Contesté con una fría voz que me hacía temblar incluso a mí misma.
-Estuve ocupado pensando en algo especial para alguien especial.- La manera en la que hablaba, incluso su mirada me hacían entender que se trataba de mí. -Pero todo lo que conseguí fue esto.- Finalizó.
-No veo nada, solo a ti.
-¿Puedo pasar? Está lloviendo.- Dijo señalando al cielo, tratando de desviar la conversación.
Me hice a un lado dejando que ingresara a mi habitación. – No hagas ruido. ¿Necesitas algo?- Pregunté, a medida que su ropa mojada caía sobre el piso de mi habitación. Me sentía algo incómoda.
-No. Solo hablar contigo.- Contestó. Su mirada era profunda; lo que sea que estaba por decir, era algo importante para él. Antes de que pudiera emitir alguna palabra, continuó hablando. – De verdad me importas. Todo el día estuve pensando cómo hacer de esto algo especial, pero la imaginación no es algo que me identifique, así que decidí venir sin más.- No podía negarlo, me resultaba imposible ignorar su voz, y la manera en la que él me hacía sentir. Sonreí ante sus palabras.
-Me gusta verte sonreír.- Dijo, acercándose lentamente. Giré mi cabeza, lanzando una mirada a mi reloj.
-Ya no es mi cumpleaños.- Comenté.
-Puedes detenerme si quieres.- Mi boca no pudo emitir palabras.
Tiró de mí, sujetándome por la cintura. Podía ver sus ojos en los míos, sentir su respiración sobre mis labios. Sin darme cuenta, mis piernas colgaban a ambos lados de su cuerpo. Una voz interior me decía que me detuviera, pero no le hice caso.
Cinco pasos fueron suficientes para dejar caer mi cuerpo sobre la cama, seguido del suyo. Me sentí abrumada por su aroma.
Después de dos inhalaciones intensas me dije a mí misma que eso no estaba bien. No aquí. No ahora.
-Esto no está bien. Deberías irte.- Suspiré.
-¿A dónde?, ¿Aquí?- Acercó su boca a mi hombro. - ¿O aquí?- Sus labios recorrían ahora mi cuello.
Mi mente estaba bloqueada. Lo único que podía ver era su rostro. Sentía su boca deslizándose hacia arriba, subiendo por mi mandíbula, absorbiendo mi piel con suavidad. Mis manos se posaban sobre su espalda desnuda. Mi corazón latía con tanta fuerza que podía sentir que él también lo escuchaba.
En mi mente se desataba una guerra entre lo que debía y lo que quería hacer. Pensamientos inadecuados inundaban mi cabeza. Sabía que debía parar allí pero mis deseos eran más fuertes que cualquier otro sentimiento que invadía mi cuerpo en aquel instante. Todo se sentía inadecuadamente bien.
-No digas nada.- Susurró, como si pudiese leer mis pensamientos.
-No iba a hacerlo.
Miré fijamente sus intensos ojos azules. Su respiración chocaba contra mi boca. Lo deseaba, realmente lo hacía.
Sus labios finalmente posaron sobre los míos, haciendo que el deseo de estar allí con él ganara aquella guerra producida en mi mente. Sentía que mi mundo estaba de cabezas. Mi respiración era tan agitada que necesitaba separarme de él para tomar aire y continuar.
Podía sentir que la adrenalina aumentaba con cada beso.
Lentamente, introdujo su mano al interior de mi camisa, sintiendo como se desplazaba desde mi ombligo hasta llegar a mi pecho. Me froté contra su cuerpo enloquecida por cada movimiento.
Poco a poco, desprendió los pocos botones que quedaban de mi blusa, haciendo mi torso visible. Observé como sus ojos se posaban en mí, a media que se mordía los labios. Estaba dispuesta a dejar que llegara más lejos.
Quitó el resto de prenda con rapidez, repartiendo una serie de besos que se expandían desde mi cuello hasta mi pecho.
“No tienes idea hace cuanto deseaba poder hacer esto, contigo”, dijo a mi oído a medida que sus manos acariciaban mi espalda buscando el broche de mi brasier, y con habilidad deshizo la traba dejando mis pechos al descubierto. Sonreí excitada y su mirada solo incrementó aquel estado en el que me encontraba. Estaba tan ciega de pasión que casi no pude notar que había desabrochado mis pantalones, y de a poco los quitaba de su lugar.
Volvió a colocarse ente mis piernas, a medida que su boca jugaba con mi pecho izquierdo. Un gemido ahogado se desprendió de mi boca en cuanto sentí una de sus manos acariciar el derecho.
Sin que pudiera imaginarlo, tomé el control de la situación, obligando a que su cuerpo se posara bajo el mío. Su mirada fue de sorpresa, pero sonrió con picardía al verme sentada sobre sus piernas, con la intensión de desabrochar su cinturón para luego continuar por sus jeans. Me mordí el labio inferior al observar su cuerpo semidesnudo sobre mi cama. Me acosté sobre su cuerpo pegando mis labios sobre los suyos, una vez más. En aquel momento sentía que la llama de una hoguera podría arder menos que nuestros cuerpos.
Sentía sus manos moverse sobre mis glúteos, tomándose el trabajo de deshacer de la única prenda de ropa que quedaba en mí.
Me tomó por la cintura provocando un giro de 180 grados que me dejó nuevamente recostada sobre mi cama, con el peso de su cuerpo sobre el mío.
-Mírame a los ojos-. Dijo con una voz entrecortada.
Ahogado por su propia respiración, lo siguiente que hizo fue deslizar su mano derecha por la parte interna de mis piernas, acariciando suavemente el objeto que tanto deseaba. Mi cuerpo se estremeció al sentir el roce imprevisto de sus dedos.
-Oh.- Susurré de placer, cerrando mis ojos, pero él me volvió a recordar que lo mirara fijamente.
No pude evitar gemir en repetidas ocasiones con su mirada puesta en mí, disfrutando cada una de mis reacciones.
Percató que mi momento llegaría pronto por lo que alejó su mano de mi clítoris, acariciando mis piernas en su lugar.
Hundí mi cara en su cuello, y ahogándome en su perfume comencé a recorrer su piel con mi boca. Mis manos tomaban sus bóxers rojos dejando al descubierto el bulto que sobresalía de su entrepierna. Su piel se erizó ante mi tacto.
Cerré los ojos, abriendo más mis piernas para entregarme por completo a él. Sentí como el roce de su miembro se introducía en mi sexo, dando paso a mis continuos gemidos los cuales Luke se dedicó a callar con adorables besos.
Nuestras respiraciones chocaban a medida que su cuerpo embestía contra el mío, provocando que su velocidad nos acercara cada vez más al clímax que anhelábamos hace tiempo.
A la mañana siguiente desperté sobre su pecho. Una sonrisa brilló en mi rostro al recordar lo que había ocurrido la noche anterior. Éste había sido sin duda el mejor cumpleaños de mis 20 años de vida.
-Hola.- Lo escuché decir por encima de mi cabeza, con su suave y rasposa voz que me hacía perder la razón.
-Buen día.- Contesté, acercándome a su boca para insertar un tierno beso.
-Creo que he soñado contigo.- Comenzó a decir de manera entrecortada.
Cada palabra y cada sonido que desprendía de su boca eran suficientes para comprenderlo. Tantas noches observando las estrellas, apreciado su hermosura, intentando analizar cada misterio que se escondía en el universo. Su sonrisa se asimilaba a ese universo.
Salté sobresaltada de la cama en cuanto escuché continuos pasos acercándose a mi habitación. Agarré la primera ropa que estaba a mano, y alcancé a vestirme lo más rápido posible.
-Debes irte.- Dije despacio, pero cuando logré darme vuelta, él ya se encontraba listo para partir por donde había entrado.
-¿Crees que podamos repetir esto pronto?- Peguntó, a medida que me observaba acercarme a él. Sonreí.
-Claro que sí.- Dije, dejando pequeños besos en su rostro.
-Te quiero.
-Yo también.

ESCRITO POR FLORENCIA BOMONE

© 2023 by MICHELLE WILLIAMSON

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