
"El poder de crear tu propia historia"
Luciana Bornand

Dejar de ver y empezar a mirar
La Luciernaga es una fundación que, por medio de la venta de una revista ayudan a personas que viven en la calle a subsistir y reinsertarse laboralmente.
Los ejemplares de la revista se venden en la calle por los canillitas. Es hora de caminar y empezar a mirar
por Luciana Bornand
La calle Vélez Sarsfield d al 1180 me esperaba. Caminaba con mi café con leche en la mano, para empezar el dia, miré mi reloj, eran casi las nueve.
Los colores y el timbre divertido me recibieron con muchas sonrisas en ese lugar que le dicen Luci y es el hogar de muchos jóvenes de la calle que buscan dar el primer paso para ser diferentes.
Mariela, quien nos recibió, es administrativa, se dedica a secretaria y de todo un poco, como todos los que trabajan ahí. Mientras la esperábamos, pasaban jóvenes al curso del gobierno “creemos en vos” y también la esencia de la fundación: los canillitas.
Mariela nos contaba emocionada como los hijos de los canillitas simplemente son niños, no trabajan. Algo que parece tan común, sin embargo no es común en todas las realidades.
“La Luciérnaga es su lugar y lo defienden tal cual” me lo confirmaba la secretaria.
La luciérnaga es una fundación a cargo de Oscar Arias, en la cual, por medio de la revista, que sale mensualmente, los chicos de la calle, desprotegidos y sin trabajo pueden llevar a su casa un sustento económico. Sin embargo, la idea central de la fundación no es que siempre vendan las revistas sino, que el canillita se reinsertarse laboralmente, adquirir hábitos y disciplina, pero sobre todo tener un lugar en el que saben que los están esperando, con profesionales, comida y mucho amor.
“cada uno aporta desde su don, sin embargo, ya no podes no involucrarte sentimentalmente. Todo cambia cuando sabes su nombre” agregó Mariela. Ella es contadora y trabajaba en un Banco, sin embargo, todo cambió cuando fue mamá y decidió dedicarse a ello.
“todo cambió cuando fui mamá, ahí empecé a ver al otro. La realidad del otro es la verdadera realidad”
Sus palabras me resonaban y su emoción se sentía y se contagiaba.
Pasamos al comedor, donde hay una tribuna grande, con muchos colores, a su costado, una escalera que lleva a las aulas. En este espacio resaltan colores y esperanzas.
“acá tiramos todo lo malo, y construimos sueños”
En este espacio conocimos a Mabel, la cocinera, sus ojos reflejaban cansancio y un corazón muy grande. Me pasó un mate y dijo “hace veinte años que aguanto a los críos estos”. Su tonada salteña le agregaba melodía a la charla que entre anécdotas de sus hijos, nos contaba su dura historia y la de los chicos que pasaban por la fundación.
Entre tanta charla, nos cuenta que es La Luci: el único lugar que existe para los que salen de la cárcel. A los chicos se les da afecto y esto genera en ellos seguridad.
“vi muchas cosas que antes no veía, entre tantas cosas materiales te olvidas de Dios y del otro”
Mabel nos despidió con dos besos, como en Salta, y un pronto “Nos vemos”.
Saliendo de este hogar de tantos corazones anchos, se me vino una frase de Mariela.
“La humanidad trasciende la ideología. Es necesario creer en algo para estar aca”